Limonar: el pintoresco barrio surgió a finales del siglo XIX e inmediatamente se convirtió en el lugar elegido por la burguesía malagueña para pasar la época de verano.
A principios del siglo XX, el incipiente barrio del Limonar tenía un carácter residencial y aristocrático que se fue poblando con hermosas villas rodeadas de frondosos jardines y en el que la densidad de edificaciones era todavía muy reducida. En 1900 había construidas en el Limonar apenas unas 15 casas, que “añadían habitualmente elementos decorativos de influencia francesa y solían incorporar torres que les daban un carácter aún más aristocrático si cabe y permitían disfrutar de miradores sobre los alrededores”, según el historiador Víctor Heredia.
El nacimiento del Limonar como barrio residencial se produjo en las últimas décadas del siglo XIX, dentro de un proceso de expansión hacia el litoral oriental de la ciudad y donde se asentarán a partir de entonces los nuevos espacios residenciales de la burguesía, con un uso extensivo del suelo mediante la construcción de hotelitos rodeados de amplios jardines principalmente en la avenida de Príes, Paseo de Sancha y el valle del Limonar hasta el Arroyo de la Caleta.
El Limonar fue también una iniciativa del ingeniero José María de Sancha, quien en 1885 creó la sociedad Sancha, Junguito y Compañía. Adquirió por 80.000 pesetas unos 100.000 metros cuadrados de terreno pertenecientes a las fincas El Limonar y San Agustín. Según el experto, “de forma inmediata vendió parcelas a tres y cuatro pesetas el metro cuadrado”.
El Ayuntamiento de Málaga no controló la urbanización inicial del sector, pero de todas formas hacia 1900 ya había recibido algunas calles. En ese año el municipio preparó unos planos de atirantado del barrio con el objeto de recaudar las tarifas correspondientes a las nuevas construcciones. Inmediatamente se acometieron algunas obras de equipamiento, como la instalación del alumbrado por gas y el adoquinado de la calzada. Al otro lado del arroyo de La Caleta se produjo una ampliación del barrio con el Paseo de Miramar, que ascendía en paralelo al del Limonar, cuya urbanización fue llevada a cabo por Juan Bolín a partir de 1903 y que, de hecho, se aprecia al fondo de la imagen con la alineación de plátanos de sombra que perfila el nuevo Paseo de Miramar. La presión urbanística sobre esta zona ha provocado que muchos chalets y villas de entonces hayan sido sustituidas por edificaciones de mayor tamaño, pero aún así no ha perdido su carácter residencial caracterizado por la abundancia de espacios ajardinados.
Los primeros hoteles de la ciudad
La urbanización del barrio se fue completando con el Asilo de las Carmelitas (actual Colegio Madre Asunción), de la parroquia de San Miguel de Miramar y del cuartel de la Guardia Civil. Mientras, en la parte que lindaba con la playa, surgían más hotelitos rodeados de jardines (como el Parque de San Antonio) y hoteles pioneros del turismo, como el Hernán Cortés que hoy es sede de la Subdelegación del Gobierno.
Los estragos de la Guerra Civil
Durante la Guerra Civil varias villas de la zona fueron asaltadas e incendiadas, como el propio Parque San Antonio, que pertenecía al contratista Antonio Baena Gómez. Muchas de esas villas eran alquiladas por familias de localidades del interior y de las provincias de Córdoba, Jaén y Granada como lugar de veraneo. El mismo poeta granadino Federico García Lorca pasaba temporadas en el Hotel Caleta.